Historias de la Biblia hebrea
EL CAMPAMENTO DONDE DIOS VIVÍA CON SU GENTE

Historia 27 – Éxodo 35:1-40:38
Quizá parezca raro que los israelitas se alejaran del servicio de Dios para adorar a ídolos, (lo vimos en la historia anterior); especialmente después de todo lo que Dios había hecho por ellos y viendo cómo el monte Sinaí mostraba la gloria del Señor. Pero, hay que tomar en cuenta que los israelitas solamente tenían el ejemplo de los egipcios de cómo ellos adoraban imágenes. En esos tiempos, la gente creía que era necesario tener y ver imágenes para poder adorar. Dios fue muy misericordioso al perdonarlos cuando se olvidaron de él, y los hizo nuevamente su gente.

Dios les dio un plan de adoración el cual les ayudaría a hacer algo que ellos pudieran ver y recordar que estaban adorando a Dios, pero sin tener que adorar lo que veían. Esto les enseñaría una verdad completa: el verdadero Dios no es visto con ojos humanos. Este era el plan: En medio del campamento de Israel, tendrían un santuario, el cual se llamaría la Tienda de reunión, esto era algo que la gente podría ver e ir a adorar allí. Cada que un israelita viera la Tienda de reunión, aunque no hubiera imagen alguna en ella, podría decir y enseñarle a sus hijos: “es el lugar donde Dios vive en medio de su gente”. Ya que los israelitas vivían en tiendas y se mudaban de un lugar a otro, era fácil de mover la Tienda de reunión donde quiera que ellos fueran. A esta tienda se le llamaba Santuario. El Santuario era la tienda donde la gente podía reunirse con Dios.

Sabemos que Dios es espíritu y no tiene cuerpo como nosotros, Dios está en todas partes. Sin embargo, está bien el decir que Dios vivía en el santuario con los israelitas, ya que la presencia de Dios estaba allí en una forma muy especial: una columna de nube en el día, y en la noche una columna de fuego. En el desierto el santuario estaba precisamente en medio del campamento de los israelitas. Al frente en la parte este, a una distancia corta, estaban las tiendas donde Moisés y de Aarón vivían. Desde allí ellos daban las leyes de Dios al pueblo de Israel, (Números 3:38).

Alrededor del santuario había un espacio amplio, como de quince metros de largo y veintitrés metros de ancho. Lo rodeaba una cortina de lino fino con colores brillantes colgada en postes de latón. Los postes estaban sujetados con cuerdas que estaban en el suelo con estacas y clavos. Al lugar amplio alrededor del santuario se le llamaba el Atrio del santuario. La cortina que estaba alrededor era de la altura como de una persona. En medio hacia la parte del este, había una abertura exclusiva para que el sacerdote y sus ayudantes entraran.

El gran Altar estaba a la entrada del patio. ¿Recuerdas? Un altar era hecho de piedra o de un montón de tierra; allí se hacían sacrificios y ofrendas hechas con fuego. ¿Recuerdas? Esta ofrenda o sacrificio lo hacían para adorar a Dios, se lo ofrecían a Dios quemándolo en su altar. Un altar como de estos de piedra o de tierra, no se podía transportar fácilmente cada que tenían que irse a otra parte. Por esta razón, Dios les dijo que hicieran el altar de madera y de latón o de cobre; tenía que ser como una caja sin tapas, hechas de madera delgada, quizá para que no fuera tan pesada. Debía estar forrada por dentro y fuera de latón o de cobre para que resistiera el fuego. Adentro había una rejilla de metal donde se hacía el fuego y de ahí las cenizas podían caer al suelo. En cada esquina había cuatro anillos de bronce para pasar por ellos las varas, de modo que estaban a los dos costados del altar para poder transportarlo. Era cuadrado, como de dos metros con treinta centímetros por lado, y de un metro con treinta centímetros de alto. Se le llamaba el gran Altar o el Altar de los holocaustos. En este altar se hacían dos sacrificios al día, uno en la mañana y otro en la noche. También había un tanque de agua que usaban en las ofrendas.

El santuario de Dios era una tienda muy grande y muy especial, cada que viajaban por el desierto, siempre la ponían en medio del campamento. No estaba hecha de piel como la de los israelitas, estaba hecha de tablas de oro verticales sujetadas por plata. El techo del santuario estaba cubierto por cortinas encimadas. La cortina que se veía por dentro era de tela muy hermosa, pero la que daba hacia afuera era hecha de piel de chivo para que la lluvia no entrara. La entrada del santuario estaba cubierta con una cortina. El santuario era mitad como casa y mitad como de tienda, con dimensiones de catorce metros de largo, cuatro y medio de ancho y cuatro y medio de alto; el piso era la arena de desierto.

Un velo que colgaba desde el techo, dividía las dos partes del santuario. La parte más grande al este, era la entrada que daba al atrio, era lo doble de la otra parte; era como de nueve metros de largo, cuatro y medio de ancho y cuatro y medio de alto. A éste le llamaban el Lugar santo, en el que había tres cosas: entrando a la derecha había una mesa de oro con doce panes para representar la ofrenda de comida de las doce tribus al Señor. A la izquierda había un candelabro dorado con siete luces en cada brazo. A éste se le llamaba a veces el Candelabro de oro. Al fondo del lugar santo, cerca del velo, estaba el Altar dorado de incienso, este era un altar pequeño en el que se quemaba hierbas aromáticas; encima había una nube plateada flotando. Este altar tenía que prenderse con el fuego del altar de latón que estaba afuera del santuario. Todo lo que había en esta parte, hasta las paredes eran de oro o con cubierta de oro.

La otra parte del santuario se llamaba el Lugar santísimo, este lugar era tan santo que solamente el sumo sacerdote podía entrar una vez al año. El lugar santísimo medía como cuatro y medio metros de ancho, cuatro y medio de largo y cuatro y medio de alto. Contenía una caja o baúl de madera cubierto de oro por dentro y por fuera. También tenía dos querubines de oro sólido. El baúl se llamaba el Arca de la alianza, adentro tenía las dos tablas de los Diez Mandamientos. En este lugar santísimo era donde Dios habitaba y revelaba su gloria, pero no había ninguna imagen para no tentar a los israelitas a adorar imágenes.

Cada que era hora de transportarse, los sacerdotes cubrían todos los muebles del santuario con las cortinas con mucho cuidado; el arca, la mesa, el candelabro y el altar del incienso. También ponían varillas en los anillos de las orillas de todos estos artículos. Bajaban el santuario, las cortinas y los pilares; los levitas le ayudaban al sacerdote. Las doce tribus marchaban en orden detrás de ellos. El arca del pacto no era visible, estaba enredada, y los sacerdotes la cargaban en sus hombros. El arca estaba enfrente de la procesión detrás de la nube. De esta manera, los hijos de Israel se iban de lugar en lugar por todo el desierto. Por cuarenta años anduvieron en el desierto.

Cada que llegaban a un lugar para acampar, lo primero que ponían era el santuario, el atrio y el altar a la entrada. Después las tribus ponían sus tiendas en orden, cuatro en cada esquina del santuario. Cada que un israelita veía el altar con humo y la nube plateada en el santuario, se conmovía de ver el esplendor de Dios.